martes, 14 de marzo de 2017

Nuestro Conde Lucanor: De lo que le sucedió a un hombre rico con un mendigo

Ya hacía unos meses desde que Patronio se había ido a vivir a las afueras y había dejado de ser consejero de Lucanor. Aunque de cierto modo lo seguía siendo ya que, Lucanor no tenía consejero todavía y a veces le iba a visitar a su casa y le preguntaba algunas de sus dudas.
Un día el conde decidió hacer entrevistas a personas que pudiera hacer el trabajo que Patronio había dejado atrás. Aunque él sabía que nadie podría igualar a Patronio. Cuando llego el día de las entrevistas Lucanor estaba nervioso, pero a la vez melancólico por los tiempos que había pasado con su asesor. Ya que aunque al conde no le gustara admitirlo todavía no había superado la marcha de su consejero. 
No acudieron muchas personas a las entrevistas, concretamente solo fueron cuatro personas, tres hombres y una mujer. Cuando Lucanor vio a la gente que había ido a las entrevistas tuvo bastante claro a quién debería elegir. Porque: un hombre iba vestido con ropa llena de harapos y manchas de barro, como si hubiera dormido en la calle, otro iba tapado con un sombrero y no se le podía reconocer el rostro, también estaba todo el tato mirando el reloj como si tuviera prisa y tenía un aire sospechoso, después estaba la mujer que Lucanor al verla pensó que simplemente no sería apta para el trabajo. Y por último el otro hombre iba con un maletín como si fuera médico y por eso sería muy culto. Aunque Lucanor pensó que no necesitaría hacer entrevistas ya que tenía claro a quien escoger, invito a los candidatos a que se quedaran a dormir en su casa y por la mañana decidiría a quien escoger. Lucanor decidió visitar a Patronio para que le aconsejara en la elección. El conde le conto lo que tenía pensado hacer y de su situación con los candidatos, Patronio se alegró mucho al verlo y le dijo: - Conde, eso debe ser porque no conoce la historia de lo que le sucedió a un hombre rico con un mendigo. Había una vez un vagabundo que estaba mendigando cuando un hombre de vestimenta elegante se acercó a él y le empezó a insultar por su ropa, por su poco aseo y por la vida más mísera que llevaba. 
El mendigo le estuvo siguiendo hasta llegar a una casa bastante grande, pero aquel hombre ya no llevaba su ropa tan elegante, llevaba una camisa llena de agujeros sin remendar y unos pantalones que ya le quedaban muy pequeños y ni siquiera llevaba los zapatos de piel que solía llevar, ya que no llevaba zapatos, solamente llevaba unos calcetines sucios y rotos. El hombre estaba llamando al timbre de aquella casa y al otro lado le respondió un hombre muy enfadado, diciéndole que si no le devolvía el traje que se había llevado le despediría. El hombre supuestamente rico le rogo que por favor no lo hiciera y que había tenido algunos problemas a la hora de lavar el traje. También le digo que si le despedía no tendría con que comer y moriría. El mendigo que escucho toda la conversación se apiado del hombre del que había recibido cientos de burlas al pensar que ese hombre era igual de pobre que él, lo único que ese hombre no quería que hubiera gente como él mismo que al verle como era de verdad se burlase de él. Al siguiente día el hombre supuestamente rico volvió a burlarse del mendigo pero esta vez el vagabundo le interrumpió y le dio una moneda de las pocas que tenía en su lata y mientras se la daba le dijo que no todo es lo que parece ser. Lucanor sonrío al ver lo que Patronio le intentaba decir y al día siguiente Lucanor decidió hacer las entrevistas a los candidatos, porque aunque lo hubiera tenido bastante claro se dio cuenta de que las apariencias engañan.
“El león no es como lo pintan”
Belén Castro Ortega (1ºESO)

No hay comentarios:

Publicar un comentario