domingo, 30 de abril de 2017

Cuentos del faro: En la estación de esquí

Esto fue hace tres años en San Isidro, la estación de esquí. El primer día subimos a las pistas a ver si podíamos esquiar porque estaba lloviendo. Esquiamos igual aunque nos tuvimos que ir a las dos horas porque ya estábamos calados, nos fuimos al hotel a descansar. Al día siguiente nos cerraron las pistas y tampoco pudimos, pero como vimos en la televisión que había un temporal en Gijón de las olas que eran muy grandes decidimos ir a verlas. Nosotros bajamos el puerto sin cadenas y, cuando llegamos nos quedamos alucinados con lo grande que eran, hicimos unas cuantas fotos, vimos a la televisión y el paseo marítimo estaba cerrado porque las olas habían arrancado la valla. Como teníamos hambre queríamos ir a comer algo, y se nos ocurrió ir al MacDonal´s. No estaba muy lejos, pero la carretera de al lado de la playa estaba cerrada y había atasco, estuvimos como dos horas en el. A las doce ya llegamos a comer, nos comimos la hamburguesa y nos fuimos para el hotel. Cuando subíamos el puerto estaba nevando mucho y tuvimos que poner las cadenas, íbamos con dos coches delante uno eran nuestros amigos y los otros no les conocíamos. Ya llegando a la Raya el coche de adelante se queda parado no le conseguía mover, nosotros fuimos a ayudarle a empujar pero tampoco lo conseguimos. Mi madre llamo al 112 para que pasase la quitanieves, pero nos dijeron que no venía que iban ellos a rescatarnos. Como tardaban tanto a mi padre se le ocurrió dar la vuelta se puso a buscar un sitio para darla, suerte tuvimos que mi padre lo encontró. Fuimos todos a ayudar a empujar y dar indicaciones, como lo conseguimos seguimos con los dos coches más. Sacamos la cámara para hacer unas fotos de la ventisca que había. Cuando ya estábamos bajando nos encontramos a la policía que subía a por nosotros, ya que no podíamos dormir en el hotel de arriba nos acompañó la policía a un hotel para dormir esa noche, porque ya eran las tres de la madrugada. A la mañana siguiente nos subimos detrás de la quita nieves.
Sin duda fue una aventura más de las que me quedan por vivir, en esos momentos no sabes si te vas a quedar a dormir allí o que podrá pasar.
Patricia Fernández Alonso

Cuentos del faro: Una tarde de verano distinta

Una mañana de verano muy calurosa, me desperté como a las diez. Me levanté, me duché y desayuné un vaso de leche fría. Más tarde salí caminando por la ciudad rumbo a la playa y al pasar por la casa de mi amigo Luis me dijo: -¿vas para la playa?
Yo le contesté que sí y lo invité para que me acompañara. Él me preguntó si podía ir Verónica, su hermana.
¡Sí, claro!, le dije yo.
Marchamos los tres a la playa, él llevaba a Verónica sobre sus hombros y yo llevaba un tiburón inflable y una mochila de color verde.
Llegamos a la playa, había mucha gente, tiré todo y salí corriendo para tirarme al agua. Nadando y nadando...me pasé de la boya. Me di cuenta porque sentí un pitazo del socorrista.
Cuando volvía sentí un fuerte dolor en la pierna, era un calambre, no podía nadar, me puse nervioso...menos mal que me estaban mirando los socorristas. Uno de ellos rápidamente se tiró al agua a salvarme, mientras el otro llamaba a la policía para que mandaran una ambulancia.
Ya en la orilla empecé a reaccionar, me subieron a la ambulancia y me llevaron al hospital. Me atendieron, pero yo ya estaba bien.
Volví a la playa porque mi amigo estaba allí todavía. Yo le pedí disculpas por lo ocurrido.
Él me dijo: - No pasa nada, pero tienes que tener cuidado, para eso está la boya, hay un límite que respetar, el agua es peligrosa.
Yo me di cuenta que tenía toda la razón.
Me preguntó: -¿jugamos a las palas?
Y así terminó la tarde, jugando los tres juntos y tomando un refresco.
Pablo del na mañana de verano muy calurosa, me desperté como a las diez. Me levanté, me duché y desayuné un vaso de leche fría. Más tarde salí caminando por la ciudad rumbo a la playa y al pasar por la casa de mi amigo Luis me dijo: -¿vas para la playa?
Yo le contesté que sí y lo invité para que me acompañara. Él me preguntó si podía ir Verónica, su hermana.
¡Sí, claro!, le dije yo.
Marchamos los tres a la playa, él llevaba a Verónica sobre sus hombros y yo llevaba un tiburón inflable y una mochila de color verde.
Llegamos a la playa, había mucha gente, tiré todo y salí corriendo para tirarme al agua. Nadando y nadando...me pasé de la boya. Me di cuenta porque sentí un pitazo del socorrista.
Cuando volvía sentí un fuerte dolor en la pierna, era un calambre, no podía nadar, me puse nervioso...menos mal que me estaban mirando los socorristas. Uno de ellos rápidamente se tiró al agua a salvarme, mientras el otro llamaba a la policía para que mandaran una ambulancia.
Ya en la orilla empecé a reaccionar, me subieron a la ambulancia y me llevaron al hospital. Me atendieron, pero yo ya estaba bien.
Volví a la playa porque mi amigo estaba allí todavía. Yo le pedí disculpas por lo ocurrido.
Él me dijo: - No pasa nada, pero tienes que tener cuidado, para eso está la boya, hay un límite que respetar, el agua es peligrosa.
Yo me di cuenta que tenía toda la razón.
Me preguntó: -¿jugamos a las palas?
Y así terminó la tarde, jugando los tres juntos y tomando un refresco.
Pablo del Val

sábado, 29 de abril de 2017

Cuentos del faro: Mi propia historia

Bueno esta historia empieza cuando mi hermanito querido ganó el campeonato de kumité, (el kumité es combate), entonces pues le dieron una copa y mis padres le hicieron trescientas mil fotos y todo el mundo felicitándole y etcétera… En fin a lo que vamos: que un par de días después, nos mandaron una carta a casa diciendo que mi hermano tenía que acudir a la preselección de España ¡que emoción desprendía! El que caso es que fue a la preselección y… ¡sorpresa! Le escogieron. Ya os podéis imaginar hasta donde se le subieron los humos cuando se enteró que al escogerle para el campeonato de España se iba a Córdoba. Y finalmente llegó la susodicha semana en la que nos íbamos a Córdoba, en realidad mi hermano tenía que viajar sólo con el club Fujisan pero mis padres no querían dejar sólo a su criatura…, a lo que vamos, que llegamos allí y mis padres y yo pasamos la noche en un apartamento mientras mi hermano estaba en el hotel con los de Fujisan. Había que dormir bien porque al día siguiente era el campeonato. Llegó el día y mi hermano ya estaba en el polideportivo, mis padres y yo estábamos yendo hacia allí pero entonces nos para la policía y… nos pide un favor, ¡el favor de que yo entrara en la nave de unos narcos pidiendo drogas para que cuando me la fuesen a dar detenerles infraganti! Mis padres fliparon. Yo les decía que sí que quería, porque yo de mayor quiero ser policía, y aunque no les veía muy convencidos al final cedieron. Salimos del coche y entramos en una “carpa” que había montado la poli. Y ahí estaba yo emocionadísima, al lado mis padres comiéndose la uñas y enfrente una policía poniéndome un chaleco antibalas mientras me explicaba todo. Yo no estaba nerviosa, pero en el momento en el que estaba enfrente de la puerta oyendo a la policía por el pinganillo… bueno, me entraron mis dudas…Igualmente decidí seguir adelante y llamé a la puerta. Me contestaron gritando: ¡QUÉ! Y yo hecha un flan: me han dicho que aquí venden buena droga. Automáticamente se abrió la puerta y pude ver una nave que debía tener cientos de quilos drogas, entonces el narco me preguntó de qué tipo y entonces di la señal para que los cuerpos especiales entraran: ¿la tenéis sabor tutifruti? Unos 5 segundos después los polis estaban dentro apuntando a los narcos. El que me había abierto la puerta me miró con una cara mientras le estaban esposando… Al final a mí me felicitaron con todo eso muy bien, muy valiente, bla, bla, bla  y fue entonces cuando nos acordamos del campeonato de mi hermano…Por suerte llegamos a tiempo para ver como mi hermano quedaba tercero. FIN
Irene de las Heras

Cuentos del faro: Mi propia historia basada en su gran parte en hechos reales

Aquel año sorprendentemente termine el curso con bastante melancolía. Ya había terminado primaria en el colegio y esto implicaba dejar una etapa de la niñez atrás. Pero bueno ya era verano y nada me iba a impedir disfrutarlo a tope, además mis padres ese año habían organizado unas vacaciones por todo lo alto. Íbamos a hacer un “tour” por Francia, lo único era que el desplazamiento iba a ser demasiado caro si íbamos en avión, así que íbamos a ir en coche, no sé cuántos kilómetros. Primero íbamos a ir a Bordeaux, luego a Amboise a ver los castillos de Loira y ya después por mi hermano y su afición por la historia y especialmente la Segunda Guerra Mundial a Caen y las playas del desembarco, también íbamos a ir a Disney Land, como no podía ser de otra manera y después a París.
Los dos primeros días fuimos a Bordeaux y era bastante bonito, pero debo reconocer que tenía bastante miedo por los atentados que habían sucedido recientemente.
Y ya por fin fuimos a Amboise, era un pueblecito pero a sus alrededores tenía castillos impresionantes de ver. Allí estuvimos tres días, el primero fuimos a ver Chenonceau, el castillo de las damas, por cierto era precioso por dentro porque estaba genial decorado con la mayoría de cosas originales de la época y por fuera era perfecto para hacerse unas fotos y dejar a la gente alucinada.
El segundo día fuimos a Chambord, por fuera era gigante y precioso como los demás, yo iba con muchísima ilusión porque en el fondo me sentía como una princesa visitando los castillos. Cuando entre, la verdad es que me decepcione un poco no estaba casi amueblado, solo con algún que otro tapiz y las cocinas con los muebles renovados que disponía una cocina normal y corriente, eso sí grande. Decidimos no coger ni una audio guía, ni a un guía porque mi hermano insistía en explicar cada habitación. Hizo su labor bastante bien, nos explicó cada uso que el rey Francisco I otorgaba a cada rincón del castillo. Ya estaba cansada y no me estaba gustando demasiado el castillo, así que iba con pocas ganas a cada habitación. Pero cuando llegamos a las cocinas, me sorprendió que no hubiera nadie y al sumergirme en el pensamiento de ver a las cocineras cocinando allí para el rey, no me di cuenta de la gran isla que había en medio de la cocina y me tropecé con su esquina y caí sobre una pared muy cercana a una estantería llena de comida de plástico. Por poco no me doy en la cabeza con una balda. Pero al caer contra la pared con tal fuerza una puerta escondida se abrió hacia un pasillo con unas escaleras muy profundas. Mi familia y yo nos miramos y creo que todos pensamos que nos deberíamos ir, pero nuestros cuerpos ya estaban en el pasillo.
Estaba viniendo un grupo de turistas con el guía hacia la cocina cuando de repente en ese momento la puerta se cerró de golpe dejándonos completamente a oscuras, la única luz que había eran las luces de las linternas de nuestros móviles que estábamos empezando a encender. El pasillo era muy largo y profundo. Y cuando ya avanzamos lo suficiente, muy a lo lejos se podía distinguir una luz bastante brillante. Continuamos pensando que podríamos salir por allí.
Cuando llegamos por fin al final del pasillo, nos encontramos en un jardín en medio de un montón de árboles que pensamos que era el bosque que rodeaba al castillo. Mis padres y yo pensamos que era precioso pero no sabíamos porque aquella maravilla estaba escondida tras una puerta secreta y un largo pasillo. Mi hermano iba un paso adelantado, estuvo un rato reflexionando y después nos contó que había una leyenda que decía que el rey Francisco I tenía un jardín escondido tras alguna pared de su castillo. Ese jardín lo usaba para ver discretamente a su amante. El jardín encajaba a la perfección con el que contaba la leyenda y al final Chambord fue un castillo mucho más especial que el resto de los que habíamos visto o tal vez los demás también tienen sus secretos escondidos.
Cuando salimos de la cúpula del jardín una puerta, dimos con el jardín de la parte de atrás del castillo. El jardinero que había por allí nos preguntó que qué hacíamos por esa zona y nosotros fingimos que no le entendíamos y nos fuimos corriendo. Pensamos que si se lo contábamos a alguien esa cúpula se volvería pública y ese lugar secreto donde el rey podía ser realmente feliz, perdería la vida.
Ese fue el mejor verano de nuestras vidas.
Belén Castro Ortega

viernes, 28 de abril de 2017

Cuentos del faro: Hace muchos años

Hace muchos años, cuando yo era muy pequeño, tendría sobre un año y medio, mis padres, mi hermano y yo nos fuimos de vacaciones a pasar unos días a París
Como queríamos ver la ciudad, mis padres cogieron las habitaciones en un hotel del centro de París. Al tercer día de estar allí quisimos ir a Eurodisney. 
Nos arreglamos pronto, desayunamos en el hotel y sin perder el tiempo nos fuimos a coger el metro que nos tenía que llevar a Disney. Mi padre sabe un poco de francés, pero creo que ese día confundió alguna palabra. 
Nos montamos en el metro que iba hasta Disney. Mi madre me llevaba en brazos. Cuando estábamos a mitad de camino, el metro se paró en una estación y la gente se bajó. Nosotros seguíamos sentados tranquilamente.
Mi madre le decía a mi padre que la gente parecía que desde fuera nos quería decir algo con señas, pero no entendíamos nada. Seguimos allí sentados. 
Cuando el tren se puso otra vez en marcha, no había nadie más en él. Solo nosotros cuatro. Llegamos hasta donde los trenes aparcan y ya no van más lejos. Mis padres intentaron abrir las puertas pero no se abrían. Nos pusimos muy nerviosos. Al final las consiguieron abrir y salimos. Tuvimos que saltar porque no había andén y era muy alto. Mi padre fue a buscar a alguien mientras mi madre conmigo en brazos y mi hermano esperamos. 
Al final vino mi padre con un señor que era un conductor. Nos mandó montarnos en el cabina del conductor y nos llevó hasta la misma estación de Disney mientras nos enseñaba como se conducía el metro. A mi hermano hasta le dejo coger los mandos. Pasamos un poco de miedo pero luego fue divertido y la gente muy amable. 
Eduardo Carruesco

Cuentos del faro: Viaje a Roma

Uno
Una vez fui de viaje a Roma, pero no fue un viaje normal. Fui con mis padres, yo tendría unos 9 años, cuando de repente me perdí entre la multitud. Entre aquellos momentos de angustia encontré a un señor mayor un tanto sospechoso, claro yo al verle salí corriendo y encontré a un policía, por suerte me aprendí los números de teléfono de mis padres.
Un tiempo después ya con mis padres fuimos a ver el Vaticano, pero no sé cómo de repente apareció el mismo señor, pero ahora estaba más cerca nuestro y cada vez más y más. De repente en mitad del día empieza a caer una tormenta tremenda en la cual no se veía un palmo más adelante tuyo, por suerte tan solo nos mojamos un poco. Ya empezaba a anochecer así que volvimos al hotel a dormir.
Dos
Al día siguiente yo me levanté pronto para desayunar, cuando vi de titular en un periódico en el que ponía…``asesinato en el vaticano´´. Yo pensé ¿quién pudo ser?  Y se me vino a la cabeza la cara del señor que nos encontramos, entonces subí corriendo a la habitación y les dije a mis padres que teníamos que llamar a la policía, pero me dijeron que si no tenía pruebas de que fuese él no deberíamos llamar.
Este día fue tranquilo, fuimos a visitar el coliseo y también a visitar las ruinas romanas, en las cuales había una estatua un poco extraña… había una cara con un ojo y alrededor suyo un triángulo, pero me gusto.
Empezaba a anochecer, así que, nos tuvimos que ir al hotel. Esa noche soñé con que el señor de la estatua que vi era el asesino del vaticano, extraño ¿verdad?
Tres
Al día siguiente, me fui a Sicilia a comer a allí y a visitar un poco Mesenia. Cuando estábamos comiendo me percaté de que había un faro altísimo, pero cuando vi a quien bajaba por allí… ¡era el señor sospechoso! pero como un valiente que soy fui a hablar con él y a preguntarle que por qué vivía en un faro.
Cuando me fue a hablar estornudo muy fuertemente y se empezó a ahogar, por suerte estaba hablando con él y pude llamar a la ambulancia. Gracias a dios no pasó nada tan solo se atraganto con lo que había comido.
Cuando salió del hospital le dije que qué tal se encontraba, pero el cambio de tema rápidamente.
Cuatro
Hoy era el último día, así que, hoy día de relax. Hoy fuimos otra vez a ver el faro, y si allí estaba, esperándome para hablar.
Me dijo que se llamaba Antonio, y que si había oído lo del asesinato. En estos momentos yo estaba asustado de que decirle que si o que no, así que dije que qué asesinato, pero me di cuenta de que en la casa del vecino había algo sospechoso…
Le dije que si me acompañaba a investigar, y él aceptó.
Después de un tiempo buscando por arriba, por abajo, por el medio y hasta detrás de las rocas encontramos un sótano bajamos y bum allí estaba el muerto, así que, fuimos a decírselo a los policías y nos acompañaron hacia el lugar, pero cuando llegamos el cuerpo no estaba, pero cuando vimos a un señor corriendo con un saco, nos dimos cuenta de que se lo querían llevar.
Después de una persecución encontramos al malo y le metieron en la cárcel.
 Yo como al principio pensaba que era Antonio pero no hay que fiarse solo de las apariencias.
Pablo Boudon Pérez

jueves, 27 de abril de 2017

Cuentos del faro: El peor viaje de mi vida

Hola, soy Alfredo y os voy a contar una historia que me paso con Lucio, Gumersindo y Pepe. En el avión nos habían tocado los peores sitios, a mí me tocó el niño que da pataditas a la silla, a Lucio el hombre que ronca mucho, a Gumersindo el comilón que mastica con la boca abierta y a Pepe la madre con el niño llorón.
Bueno, unas 10h de sufrimiento. Al llegar a América nos fuimos al hotel y para relajarnos nos fuimos a la piscina. Nuestra sorpresa fue encontrarnos un caimán en medio de la piscina. Así que decidimos ir a dar una vuelta por el bosque tropical.
Nuestra suerte no cambió, nos encontramos a una mafia transportando maría, coca, farlopa,…bueno como queráis llamarla. Lo malo es que somos adictos a las armas, así que cuando vimos una escopeta nos enamoramos. A mí me gustaba más el bazzoka. Pero sin querer lo cogí y disparé hacia uno de los camiones de farlopa y claramente los mafiosos se enfadaron. Nos persiguieron hasta la Casa Blanca pero cuando vieron a Trump huyeron como cachorritos.
POSDATA:
Le dimos un abrazo a Trump y nos encerraron en la cárcel durante 1 mes. En ese tiempo nos mazamos. Al salir nos lo pasamos pipa el resto del año.
Matei Petru Bolborici

Cuentos del faro: Un campamento lleno de sorpresas

Hace aproximadamente unos 2 años mis padres me apuntaron a un campamento de verano con dos amigos pero al llegar y hacer los grupos me percaté de un gran problema ¡Me habían metido en otro grupo! Pregunté a un monitor el porqué de esto y me dijo que como el campamento era en julio y yo cumplí los años en mayo y ellos en noviembre y septiembre; me habían puesto con los más mayores. Pero como había gente muy maja no tarde en relacionarme con ellos y hacer nuevos amigos. 
Como en el campamento Íbamos constantemente al río un día nos encontramos una botella con un mensaje que decía algo así como: “Si mi tesoro quieres encontrar las siete cabezas de loro deberás de encontrar”. Al leer esto mis amigos y yo nos pusimos muy emocionados y con unas ganas tremendas de averiguar de qué se trataba este tesoro. Pero por la parte de algunos lo dejamos estar hasta que un día vimos en la tele una noticia de que se había encontrado un barco al que se le había puesto el nombre de los 7 loros. Al enterarnos de esto cogimos los primeros autobuses de la estación y nos dirigimos a ese río el cual nos había dado tanto que pensar. Algunos decían que podía ser algo de piratas, otros una broma pesada de unos chavales más mayores que nosotros que no paraban de llamarnos soñadores y cosas por el estilo. Pero nosotros teníamos confianza en estos hallazgos y queríamos llegar al fondo de este tema. Así que en el viaje nos pusimos a buscar cualquier tipo de información que nos pudiera ser útil para resolver este gran misterio. Pero no lo conseguimos. 
Sin embargo, Marcos, un niño que vivía en Dueñas y al que no le gustaba nada que le llamasen Marcos con lo cual siempre le llamábamos Marc porque además de lo dicho era un gran fan de las motos, encontró que había una tienda en Burgos llamada así, los 7 loros, más concretamente una pastelería. Fuimos allí y nos compramos unos siete batidos especiales de esa tienda. Después de acabarlos revisamos el vaso y tenía un pequeño simbolito. Lo llevamos al lugar en el que estaba el barco y casualmente cuando todo indicaba que iba a abrir no se abrió. Así que nos dimos cuenta de que los habíamos puesto al revés y ahora sí que conseguimos entrar y llevarnos todo el oro.
 –Esperad un momento, dijo Pablo. Esto no es oro es… oro de chocolate. Lo dijo como si se fuese a morir por decirlo. Pero bueno, al menos nos llevamos un rato fantástico y chocolate para abastecer un colegio durante 20 años.
Carlos Atienza

Cuentos del faro: Historia de unas vacaciones

Un día de verano como otro cualquiera, estábamos mi familia y yo en una playa de Galicia, jugando todos en el mar, cuando de pronto, al salir del agua, no estaban nuestras cosas, no había absolutamente nada, miramos hacia los lados, parecía increíble que se llevaron hasta nuestros móviles... Nos asustamos mucho, la playa estaba abarrotada, no sabíamos que hacer, no podíamos volver a casa, no teníamos ni las llaves de casa, ni las del coche.
De repente un chico vino hacia nosotros gritando: !CREO QUÉ HAN SIDO AQUELLOS!, mi padre y mi tío hecharon a correr en esa dirección y antes de desaparecer dando las vuelta a la esquina del chiringuito, porque ya no tenían salida, por lo que tiraron todas nuestras pertenencias al suelo.
Después de recuperar alsaciano cosas y volver con el resto de las familia nos pusimos a revisarlo todo para ver que no faltaba nada, excepto el dinero de las cartera de mi tío. 

Mi tío estaba muy enfadado y nos fuimos a las comisaría de policía a denunciar lo ocurrido. Allí nos tomaron los datos y nos dijeron que había una cuadrilla de extranjeros que estaban haciendo este tipo de robos, aunque hasta ahora lo más que habían robado eran las llaves de un coche y varios móviles.
Pasamos todo el día hablando de lo sucedido y apenas comimos, por la noche casi no dormimos, pero al final nos acabamos riendo de lo que había pasado para quitarle hierro al asunto, porque si no, no dormíamos. Hablamos incluso de hasta organización una patrulla familiar por la playa al día siguiente, poniendo una mochila como cebo en medio de la playa para capturar a los malvados.
El resto de las vacaciones lo pasamos muy bien, aunque siempre que nos metíamos al agua se quedaba alguno de nosotros pendiente de nuestras cosas, pero no sólo durante esas vacaciones, sino que ahora lo hacemos siempre. 
Cuando nos volvimos a nuestras casas, después de 3 meses llamaron a mi tío diciéndole que habían capturado a los malos, pero que no habían recuperado el dinero...
Marina Herrezuelo


Cuentos del faro


La lectura del libro El faro de la mujer ausente ha sido una inspiración para los alumnos de 1º de la ESO del colegio Marista Castilla de Palencia.

La historia de David Fernández Sifres y su visita al centro nos han animado a escribir nuestras propias narraciones sobre viajes.
Esperamos que las disfrutéis y que podáis hacernos algún comentario acerca de la ortografía y la redacción.
¡Un saludo!